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CAPÍTULO A
LA REALIDAD INTERNACIONAL ACTUAL
1. En el período transcurrido desde el XX Congreso del Partido, la contradicción básica entre capital-trabajo se ha intensificado y la desigualdad entre los Estados capitalistas se ha intensificado.
La brecha entre la riqueza acumulada en los grandes grupos empresariales y la pobreza relativa y absoluta que sufre la mayoría de los trabajadores se está objetivamente ampliando.
Las nuevas posibilidades tecnológicas, presentadas como la "4ª revolución industrial", en lugar de liberar a los trabajadores, en lugar de ser utilizadas para la satisfacción ampliada de las necesidades sociales, en manos del capital se convierten en una herramienta de intensificación de explotación.
Varios hechos confirman el aumento de algunas manifestaciones del parasitismo del sistema (drogas, prostitución, delincuencia, etc.).
En los últimos años se han puesto de relieve los efectos negativos del desarrollo capitalista sobre el medio ambiente.
Los conflictos y las guerras imperialistas aumentaron los flujos de refugiados.
Todos estos acontecimientos dan fe de que el capitalismo es un sistema históricamente desactualizado, y confirman que, a pesar de la correlación negativa de fuerzas, nuestra época es la época de transición del capitalismo al socialismo-comunismo.
La manifestación de la nueva profunda crisis económica internacional y la aparente incapacidad de los sistemas de salud pública para enfrentar la pandemia en los centros imperialistas destacan la decadencia y los marcados contrastes del sistema capitalista, a pesar de su expansión después del triunfo de la contrarrevolución a finales del siglo XX.
El aumento del desempleo de larga duración y el grado de explotación de la clase obrera, el fortalecimiento de la tendencia al empobrecimiento relativo y absoluto, la imposibilidad de utilizar las posibilidades científicas modernas para la protección de la salud del pueblo, las necesidades educativas etc., destacan la contradicción entre capital y trabajo y, en general, todas las contradicciones sociales.
En el terreno de la nueva crisis internacional, se intensifica la competencia entre alianzas imperialistas, así como entre Estados capitalistas dentro de las alianzas, por el control de mercados, fuentes de energía y rutas de transporte, engendrando el riesgo de creaciónde semilleros de guerra desde el Mediterráneo oriental, África, el sudeste asiático hasta el Ártico.
En los últimos años, se ha hecho evidente que se está acumulando la insatisfacción, que a menudo se expresa en estallidos de ira e indignación populares, incluso en los Estados capitalistas fuertes. Como tal, podemos señalar las huelgas y movilizaciones contra la política de Macron, en Francia, las manifestaciones en relación con el asesinato de Floyd, en los EE. UU. En la medida, por supuesto, en que no existe un partido comunista organizado, un movimiento obrero de orientación de clase predomina la desorientación y la integración en los planes antagónicos de sectores de la burguesía. Estas rivalidades también se han expresado en la reciente invasión instigada por D. Trump en el Capitolio de Washington con respecto al cambio de gobierno en Estados Unidos. El llamado "regreso a la normalidad" no lidiará con estas rivalidades, y mucho menos con los agudos problemas que enfrenta tanto el pueblo estadounidense como todos los pueblos del mundo, debido a las políticas de todos los gobiernos de Estados Unidos, de Republicanos y Demócratas a lo largo del tiempo. Sin embargo, las movilizaciones populares en varios Estados capitalistas no deben subestimarse. Son elementos que revelan posibilidades para el desarrollo del movimiento obrero y popular en el futuro.
LA NUEVA CRISIS ECONÓMICA INTERNACIONAL
2. En 2020, se manifestó la nueva crisis económica internacional en relativa sincronización que presenta una profundidad mucho mayor que la anterior en 2008-2009, la mayor después de la segunda guerra mundial.
En los análisis burgueses, se demuestra que la principal causa es la confrontación de la pandemia del coronavirus (con medidas de confinamiento general o limitado), que de hecho provocó una fuerte reducción de actividades productivas, de transporte y otras actividades económicas. Por supuesto, la pandemia jugó un papel en el momento y la profundidad de la crisis, pero no fue su causa. Actuó como un catalizador, como un freno de mano adicional a la economía internacional ya en desaceleración.
La desaceleración que ya apareció en 2019 puso de relieve la gran cantidad de capital sobreacumulado, que no se pudo recapitalizar, invertir, asegurando una tasa de ganancia satisfactoria.
De manera más general, en la década posterior a la crisis internacional de 2008-2009, pocas economías capitalistas experimentaron un nivel de desarrollo más alto que antes de la crisis.
El enfrentamiento particular de la pandemia, a pesar de las diferencias individuales entre los Εstados capitalistas, tiene un efecto de clase antipopular en todas partes. Las medidas restrictivas específicas para hacer frente a la pandemia (confinamiento total o parcial), las consecuencias sociales y económicas negativas están determinadas por las relaciones capitalistas de producción.
Las condiciones miserables de los sistemas de salud pública (esencialmente la falta de atención primaria de salud estatal, problemas de infraestructura, número de UCI, escasez de personal, etc. en los hospitales públicos), los principales problemas de atención médica y prevención de la salud de los trabajadores, el bajo grado de protección del personal de salud en sí no son fenómenos inevitables, sino resultado de la política burguesa para apoyar la rentabilidad capitalista. El fortalecimiento de la comercialización de los servicios de Salud y Medicina caracteriza al conjunto de los Estados capitalistas.
La política burguesa trata en vano de encontrar el "equilibrio" entre la adopción de estrictas medidas sanitarias y el apoyo a la recuperación de la economía capitalista. Al mismo tiempo, la competencia entre grupos y centros imperialistas se intensifica en el mercado global de vacunas y medicamentos, así como en el contexto de controversias geopolíticas.
LA MANIFESTACIÓN DESIGUAL DE LA CRISIS Y LA INTENSIFICACIÓN DE LAS COMPETENCIAS
3. La manifestación desigual de la crisis y sus consecuencias incide en el cambio de la correlación de fuerzas y exacerba las contradicciones tanto entre las alianzas imperialistas y los Estados capitalistas como dentro de la UE y especialmente la Eurozona.
La lucha por el control de los mercados, las fuentes de energía y las rutas marítimas desde el Mediterráneo oriental hasta el Mar de China Meridional se está intensificando. Los focos de riesgo de una guerra imperialista más amplia se están fortaleciendo y expandiendo.
Los acontecimientos muestran que la capacidad de China para amenazar la supremacía estadounidense en el sistema imperialista internacional en los próximos años, se está fortaleciendo objetivamente. Esta dinámica se refleja en la disminución de la participación de EE.UU. y el aumento significativo de la participación de China en el producto mundial en el período 2000-2020.
La tendencia de cambio de correlación en detrimento de EE.UU. se refleja en el dramático aumento del déficit comercial de EE.UU. en los intercambios bilaterales con China (en el período 1985-2019).
En este terreno, en los dos años 2018 - 2019, se intensificó la "guerra comercial" de los dos países. Estados Unidos impusieron aranceles más altos a productos chinos por valor de $ 200 mil millones y China impuso aranceles a productos estadounidenses por valor de $ 60 mil millones. Estados Unidos concede gran importancia al objetivo de no perder terreno en las nuevas tecnologías y al mismo tiempo limitar la expansión de China en la industria, lo que al mismo tiempo fortalece su influencia política (por ejemplo, intensifica sus esfuerzos para excluir a China de las redes 5G en Europa). Al mismo tiempo, el gobierno de Estados Unidos, aprovechando la enorme reducción del impuesto al capital, ha pedido a los monopolios estadounidenses de nuevas tecnologías que operan en China que se vayan o que se repatrien a los EE.UU, mientras intenta impedir la expansión de China con el plan de la “Ruta de la Seda” y sus inversiones en otros países.
Las sanciones de ambas partes, los esfuerzos por cambiar la cadena de suministro internacional y reducir la interdependencia económica entre Estados Unidos y China han tenido un impacto negativo en el comercio internacional y han contribuido a la manifestación de la nueva crisis.
Al mismo tiempo, las tendencias proteccionistas se están fortaleciendo, no solo en EE.UU sino también en la UE, con el claro impulso de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, a los Estados miembros para proteger a los grupos europeos de los intentos de adquisición agresiva por grupos extranjeros durante la crisis, especialmente a los grupos de importancia estratégica.
Hay un deterioro en las relaciones entre EE.UU y Alemania con la imposición de sanciones comerciales en ambos lados y la intensificación de los desacuerdos en varios asuntos (cooperación energética alemana con Rusia, pequeña participación de Alemania en el gasto de la OTAN, la postura con respecto a Irán, etc.). En general, la competencia de la UE con EE.UU. y Gran Bretaña se está intensificando. El acuerdo sobre el Brexit entre la UE y Gran Bretaña aumentará la competencia en el sector financiero en Europa, ya que se limita principalmente a la circulación de mercancías. Al mismo tiempo, refleja las presiones sobre compromisos que fortalecerán el eje euroatlántico, en sentido contrario a la dinámica de China. Estas presiones aumentarán tras la victoria de los Demócratas en las elecciones estadounidenses.
El cambio en las relaciones internacionales a favor de China alimenta las tendencias opuestas en el resurgimiento de las relaciones entre EE.UU. y Alemania y el fortalecimiento de la cohesión de la alianza euroatlántica. El aumento de las sanciones económicas y la presión sobre Rusia, que también se encuentra en medio de una crisis capitalista, es una expresión de esta tendencia. El tema de la posición frente a Rusia y China también se expresa en diferentes posiciones dentro de la Unión Europea, lo que dificulta la conformación de una posición única estable. Sin embargo, China está emergiendo ahora objetivamente como el socio comercial más importante de la UE, como lo confirma el reciente acuerdo de inversión y comercio UE-China.
LA MANIFESTACIÓN DE LA CRISIS EN LA UE
4. Las contradicciones de los Estados miembros de la UE creadas por la competencia entre sus grupos monopolistas, su burguesía, se ven exacerbadas por:
a) El impacto de la ley de desarrollo desigual tanto dentro de la UE como en relación con EE.UU., China, Japón.
El fortalecimiento de la posición de Alemania frente a Francia e Italia, que se había registrado en la fase anterior del desarrollo capitalista desigual, aumentó aún más en la fase de manifestación desigual de la nueva crisis y sus consecuencias en la Eurozona y la UE en conjunto. Las diferencias con respecto a la variación del PIB, las exportaciones y la productividad confirman esta conclusión.
b) La diferencia objetiva en la situación presupuestaria y los problemas de gestión de la deuda estatal y del déficit anual, que los gobiernos burgueses de los Estados miembros están llamados a afrontar para asegurar el apoyo satisfactorio de sus monopolios.
Por un lado, se está poniendo a prueba la capacidad de resistencia de Alemania para soportar el peso fundamental de la deuda común de la UE sin perdidas significativas de su fuerza económica y, por otro lado, la capacidad extremadamente limitada de Italia y otros países muy endeudados para soportar el peso de nuevos préstamos, junto con el deterioro de su competitividad dentro de la UE.
c) Las alternativas que el cambio de la correlación de fuerzas genera (el ascenso dinámico de China, el empeoramiento de las relaciones entre EE.UU. y Alemania, el Brexit, etc.) para los gobiernos burgueses. Sectores de la burguesía de países como Italia que se percatan de que están obteniendo comparativamente menos beneficios de participar en el mercado único de la UE y el euro, están considerando cambios en la priorización de sus alianzas internacionales.
Todos los factores objetivos antes mencionados, que refuerzan las fuerzas centrífugas de la Eurozona, no niegan los beneficios existentes que la burguesía de los Estados miembros de la UE aún obtiene del gran mercado único de la UE en la competencia internacional con otros centros imperialistas.
5. Esta contradicción, que caracteriza objetivamente el rumbo de la Εurozona y la UE, también se refleja en las decisiones de la Comisión.
La UE ha decidido, por primera vez, avanzar a una deuda común para apoyar proyectos de intervención estatal a gran escala para la recuperación de la economía capitalista en todos los Estados miembros a través del establecimiento del Fondo Europeo de Recuperación.
También decidió suspender la implementación del Pacto de Estabilidad para el período 2020-2021 y otorgar no solo préstamos sino también subvenciones a los Estados miembros.
Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo está aplicando una política relajada y está apoyando a los grupos bancarios con un programa gigante de "expansión cuantitativa".
La resistencia del compromiso de la Cumbre se pondrá a prueba por la creciente divergencia de intereses de la burguesía de los Estados miembros de la UE. En particular, la creciente divergencia entre Alemania e Italia arroja luz sobre el problema objetivo de la cohesión del núcleo duro de la Eurozona. Un acuerdo temporal sobre préstamos más baratos para los Estados miembros sobre-endeudados y económicamente más débiles no elimina los factores objetivos de desigualdad, pero frena temporalmente las tendencias centrífugas en la Eurozona.
Hasta que estalló la nueva crisis, Alemania rechazaba sistemáticamente las propuestas para una expansión sustancial de la política fiscal y monetaria restrictiva, citando riesgos para la estabilidad del euro y su confiabilidad como moneda de reserva internacional. Aún más pronunciado fue su rechazo de cualquier propuesta de deuda común, "mutualización de la deuda" y la concesión de subvenciones a los Estados miembros sobre-endeudados.
El relativo ajuste de la posición alemana (que permitió el compromiso en la Cumbre de la UE) se realizó principalmente para evitar un nuevo shock de la UE tras el Brexit. Se hizo para evitar un impacto en la cohesión de la propia Eurozona y la fortaleza del euro, ya que esto tendría un impacto negativo directo en la fuerza económica y las exportaciones de Alemania. Al mismo tiempo, Alemania ha utilizado la presión de la alianza de "Estados frugales" para limitar la propuesta inicial de subvención de los Estados miembros y, sobre todo, para imponer sus condiciones en los próximos pasos hacia la integración económica y política de la UE.
6. La decisión de la UE de emitir una deuda común por primera vez para otorgar subvenciones a los Estados miembros es un paso hacia la profundización de la integración de la UE.
El acuerdo sobre la creación del Fondo Europeo de Recuperación se inscribe en este marco.
Francia y la "Alianza de los Estados del Sur" ya lo proyectan como un avance histórico en las posiciones reaccionarias de la "Alianza de los países norteños frugales". Alemania ve el compromiso como un ajuste temporal para hacer frente a una emergencia importante, lo que, por supuesto, no constituye un cambio radical de rumbo.
En cualquier caso, este es un curso en una dirección reaccionaria. Cada paso que refuerza la cohesión de la alianza imperialista de la UE refuerza al verdadero rival de los trabajadores, la dictadura del capital. Profundizar la integración de la UE significa fortalecer los mecanismos unificados para la implementación de orientaciones reaccionarias uniformes en detrimento de los pueblos.
Los procedimientos para aprobar pagos en el marco del Fondo Europeo de Recuperación y del Marco Financiero Plurianual (presupuesto de la UE para siete años) refuerzan los mecanismos de supervisión y presión para el pleno cumplimiento de los Estados miembros con las orientaciones de la UE. La supervisión de los Estados-miembros sobre-endeudados, como Grecia, se volverá múltiple. Se añadirá a los "Semestres Europeos" un mecanismo para la evaluación continua del programa de reformas y compromisos. Decidirá si libera o congela los fondos de las infames subvenciones.
LA GESTIÓN BURGUESA DE LA NUEVA CRISIS
7. Para apoyar la recuperación de la economía capitalista, los altos oficiales burgueses en los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, avanzan hacia una gran intervención estatal, aprovechándose de propuestas keynesianas. Siguen una política fiscal expansiva, es decir aumento de los gastos del Estado, sobre todo para apoyar directamente los grupos empresariales, pero además tratando mitigar temporalmente las consecuencias más agudas de la crisis entre fuerzas populares. Eso tiene que ver con una tolerancia en el aumento de la deuda del Estado, o sea se acompaña por una política monetaria suave.
La socialdemocracia europea subraya la necesidad de un retorno estable a la mayoría de las recomendaciones de gestión keynesiana que se proyecta como la respuesta progresista, pro-popular al neoliberalismo, al cual demuestran como responsable de la aparición de la crisis.
La verdad es que, por un lado en el terreno de una gestión de tipo keynesiano se habían manifestado crisis económicas capitalistas en la segunda mitad del siglo XX, por otro lado ciertas propuestas keynesianas expansivas y las orientaciones de una política monetaria suave no habían desaparecido de la fórmula anterior de administración burguesa.
Después de la crisis internacional de 2008–2009, el BCE y mucho más la FED norteamericana siguieron una política de “expansión cuantitativa” para apoyar los grupos bancarios. Se dio la posibilidad a los gobiernos de los Estados-miembros de la UE de emitir bonos que loa compraban los grupos bancarios absorbiendo en realidad capitales de préstamo por el BCE con una tasa de interés extremadamente favorable.
A continuación, llegó a escena la propuesta sobre un “New Deal Verde”. Inicialmente se planteó en el año 2019 como una resolución al Congreso de los Estados Unidos por parte del “ala izquierda de los Demócratas”. Al mismo tiempo, la Comisión Europea promovió el “Nuevo Acuerdo Verde” en nombre de la protección del medio ambiente y de la salud pública para conformar una salida rentable provisional de inversiones para el capital sobreacumulado. En realidad, esta propuesta concreta a través de la gran intervención estatal asegura por un lado la conformación de incentivos con la financiación de nuevas inversiones en los sectores de energía y transporte, en el sector manufacturero y agrario en combinación con el fortalecimiento de la modernización digital de la economía, y por otro lado la depreciación controlada de capital (p.ej. el cierre de plantas de lignito, retirada de coches convencionales, cambio de redes de energía).
La política fiscal expansiva, la mayor intervención estatal, pone otra vez la carga sobre las espaldas del pueblo de una manera diferente. El pueblo está llamado a pagar la nueva deuda y llevar la carga de las empresas privadas deficitarias en el caso de estatización temporal o parcial y viceversa, de privatización o limitación de la participación estatal, cargando al sector público.
En nombre de la “protección del empleo” se promueve la política de la fuerza de trabajo más barata a través del cambio de los convenios de empleo pleno a empleo parcial o por turnos, la reducción del tiempo de trabajo reduciendo los salarios y su mayor flexibilización, algo que lleva a la intensificación del trabajo, al aumento del grado de su explotación.
En el mismo marco, se extiende la posibilidad de una imposición unilateral del marco antilaboral del teletrabajo, que en bastantes casos elimina en la práctica la separación entre el tiempo libre y el tiempo de trabajo.
Las nuevas medidas antilaborales, que en realidad reducen los salarios, facilitan aún más los despidos, destruyen los derechos de seguridad social, se proyectan al inicio como excepcionales y a continuación se hacen fijos. Así se consolida la política de reciprocidad plena y de refuerzo del “pilar privado” en el sistema de seguridad social.
Una política de ajuste al nuevo nivel de productividad sin un mejoramiento general de los ingresos de los trabajadores y de administración de la extrema pobreza -o sea que no se aumente demasiado el desempleo, que no se desplome un nivel básico de consumo de las masas-, no es una propuesta progresista para asegurar la “distribución justa de la riqueza”, como sostienen muchos socialdemócratas. Se trata de una condición imprescindible para asegurar la rentabilidad capitalista y su recuperación.
Al mismo tiempo, aumenta el número de los desempleados de largaduración en sectores afectados por la transición “verde” (p. ej. cierre de plantas de producción de electricidad en base del lignito) y las familias populares se cargan con el peso de re-formación y re-capacitación de los trabajadores.
Lo que presentan como nuevo paraíso del “crecimiento verde” incluye energía eléctrica muy cara, relaciones laborales flexibles, fuerza laboral barata, nuevas cargas para los hogares populares para comprar coches y aparatos “verdes”, impuestos indirectos “verdes” y el sangrado más general del pueblo, para que el Estado apoye las nuevas inversiones “verdes” de los grupos empresariales. Paralelamente, las inversiones del llamado crecimiento “verde” conducen a una degradación ambiental extensa de las regiones Natura, de regiones protegidas y de las montañas de todo el país, empeorando las economías locales y la vida de la clase obrera y las capas populares.
En conclusión, se promueven diferentes formas de aumento del grado de explotación de la clase obrera para que se conformen incentivos y posibilidades para nuevas inversiones capitalistas rentables con el pretexto del cambio climático.
8. Ninguna propuesta de gestión burguesa, ya sea keynesiana o neoliberal, no puede anular, cancelar las leyes de la producción capitalista, la anarquía y su desigualdad, la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada, capitalista de sus resultados.
La crisis nace de la contradicción que existe en el núcleo del funcionamiento del sistema capitalista explotador, en la esfera de la producción capitalista: El carácter mercantil contradictorio generalizado de la producción capitalista hace imprescindible la manifestación de la crisis capitalista en sus dimensiones actuales.
El funcionamiento de la producción a fin de y con la motivación del aumento del capital conduce periódicamente a su sobreacumulación que se convierte en un obstáculo para su reinversión con una tasa de ganancia satisfactoria.
Las propuestas de gestión burguesa, como aquellas del keynesianismo y más general de la llamada “política económica anticíclica”, solo pueden aplazar la aparición e intervenir temporalmente en el grado de depreciación del capital, conduciendo en el futuro a una crisis más profunda.
Cada intervención del Estado para una contención temporal de una devaluación extensa y anárquica del capital, cada plan de fortalecimiento estatal de la rentabilidad de los grupos monopolistas en ramas concretas, crea las condiciones para que aparezca a continuación una nueva, profunda crisis de sobreacumulación de capital. Paralelamente, las grandes diferencias en la intervención estatal entre los gobiernos burgueses agudizan la desigualdad y la competencia dentro de cada alianza imperialista y entre las alianzas.
La tendencia más general de aumento de la composición orgánica del capital y de la caída de la tasa de ganancia a la “transición hacia la 4ª Revolución Industrial” crea el terreno favorable para una nueva crisis de sobreacumulación más profunda como resultado del desarrollo capitalista.
En esencia, la gestión burguesa trata en vano de enfrentar las contradicciones inherentes del sistema capitalista que se van aumentando. La medicina para un problema del “gran enfermo” se convierte en veneno para el otro. La “medicina” del aumento de los salarios para fortalecer el consumo popular socava el aumento del grado de explotación para contener la tendencia decreciente de la tasa de la ganancia capitalista. Al revés, la disminución de los salarios socava la venta de la totalidad de las mercancías con una ganancia satisfactoria para realizar plusvalía.
La posibilidad de una gran intervención estatal con un continuo aumento de la deuda estatal y privada no es ilimitada, sobre todo en condiciones cuando el antagonismo se aumenta y las contradicciones entre los centros imperialistas se agudizan. Los últimos pronósticos de los organismos imperialistas internacionales (OCDE, FMI, etc.) excluyen el retorno al nivel antes de la crisis en la UE, en Japón y en EE.UU. en los próximos dos años.
La manifestación de la crisis conduce a una devaluación, destrucción de una parte del capital y da temporalmente un nuevo impulso al sistema para que empiece de nuevo dinámicamente la acumulación, pero la Historia demuestra que eso no se hace siempre sin problemas, sin una reivindicación de un nuevo reparto del mercado mundial, incluso por la violencia bélica.